Obituario

Wikipedia, 14 de marzo de 2059

Se fue como siempre dijo que lo haría: “en los últimos kms de una maratón o en una montaña”, había dicho una vez cuando Oriana Falacci lo entrevistara para el que fuera el último libro de entrevistas de la italiana antes de que la gran periodista perdiera el buen criterio y luego la vida. Fue lo primero: falleció de un ataque al alma –porque no se le hizo autopsia ya que había donado el cuerpo a la facultad de Medicina a los 18 años- en el km 39 y medio de la maratón de Ubatilandia, Jupiter.
Hiperactivo, había conseguido ganarle la batalla al paso del tiempo mucho antes de que se inventara Juvenilia, que no es una novela antigua como piensan algunos, sino el remedio finlandés creado en 2030 que mantiene la juventud eterna. “Quien hace una sola cosa, vive una sola vida” dice en la que fuera la primera edición de sus Obras completas –entonces de dos tomos, hoy de 25 y traducidas a 347 idiomas- que publicara la desaparecida Editorial Alfaguara. Eran los tiempos de los libros en papel, objetos físicos.
Ajedrecista, paracaidista, bandoneonista, poeta, novelista, ingeniero, atleta, historiador, creía ser un contribuyente destacado a todas estas ramas del conocimiento humano y creía conformar, junto con Borges, el dúo de eternamente olvidados por el comité sueco. Afirmación esta que la minoría de los críticos literarios considera risueña y la mayoría, totalmente absurda.
Ateo lleno de fe (en sí mismo), racionalista inclaudicable, se enorgullecía de haber cambiado muchas veces en la vida su forma de pensar sobre casi todas las cosas, menos dos: “laico y antifascista”, decía, “soy desde los 13 años y así moriré”. Internacionalista, políglota, viajero incansable, era un verdadero ciudadano del mundo. Lo mismo podía sentirse en casa en un bar del puerto de Santos, que en un sofisticado restaurante del West End.
Los informativos de esta noche pasarán sin duda el video que él mismo creara para su muerte, y lo hizo hace 40 años. Siempre le obsesionó la forma en que sería recordado por la historia. Mucho le dolerá tal vez enterarse que en dos años no lo recordará nadie, pero en todos caso, nunca lo sabrá.

Lo sobreviven sus tres hijos, Federico, Mauricio y Gaspar.

Lo llora un pequeño grupo de amigos.

“Lo extrañará la humanidad toda”. Esto último hubiera dicho él.